Sam Rogers — “Siempre estamos en la semana de la moda”, afirma Annie Pudlarz, la première d’atelier de Dior Homme, mientras que andamos por el taller en la ciudad de París. Cualquiera que trabaje en moda puede simpatizar con esa declaración, y no obstante, no puedes eludir sentir que lo afirma más de verdad que absolutamente nadie. Es un día ya antes del desfile de chombas de pique con logo de Dior Homme otoño/invierno dos mil diecinueve –adelantado un día a raíz de los gilets jaunes, las quejas antigubernamentales de los ‘chalecos-amarillos’ se han apoderado de la ciudad de París en las últimas diez semanas– cuando se le ha concedido a Vogue un acceso sin precedente a la colmena tras la producción de la visión del directivo artístico Kim Jones.
El taller de chombas es pequeño, mas poderoso. Situado en un edificio parisino por antonomasia en la rue de Marignan, podrías aguardar que estuviese escondo por largos corredores, en lo profundo del subsuelo, mas en verdad está a solo unos pasos del nivel de la calle. Estás en el corazón de la acción tan pronto entras por la puerta; con las petite mains, veinte enérgicas personas, vestidas con batas blancas de laboratorio, trabajando en estaciones en torno a la habitación en forma de diamante. Pudlarz encabeza con gracia y humor. Su equipo está meridianamente ameno por la presencia de Vogue. Mientras que, exploramos su arte.
Pudlarz ha trabajado para Dior Homme a lo largo de diecinueve años, desde el año dos mil, cuando el entonces directivo creativo, Hedi Slimane, cambió el enfoque del planeta cara la moda masculina por medio de sus trajes súper ajustados y afilados. Muchas de las petite mains de acá asimismo han estado bastante tiempo en el negocio. Un caballero, al que apunta, ha sido entrenado desde los catorce años. Su practicante más joven hoy día tiene dieciocho años. “Necesitamos trasmitir el conocimiento”, afirma con seriedad. “Es un proceso largo, inclucar este nivel de conocimiento, de habilidad. Toma tiempo”.
El tiempo es, en buena medida, la esencia de una prenda particularmente, que se exhibe con orgullo en un busto entre mesas de trabajo. Esta es la pièce de résistance, y el look final: una camisa de cuentas hecha a mano, presentando a la sonriente Mona Llana del artista moderno Raymond Pettibon, a quien Jones reclutó como su cooperador artístico para el otoño/invierno dos mil diecinueve. Le tomó a doce petite mains más de mil seiscientos horas para bordar meticulosamente, cuenta por cuenta, y a 2 personas más, un par de semanas completas para acoplarla. “Le ajusta perfectamente al modelo que va a usarla”, afirma Pudlarz, “lo como está bien, pues no podemos imaginar hacer ningún cambio”.
Las pruebas se hacen calle abajo, en las salas de exhibición de la casa sobre la rue Jean Goujon, donde Jones y su equipo están concluyendo los castingsy el lookbook. La luz entra por el atrio; Cookie, el excepcionalmente mullido can pomerania de Jones, merodea por el extenso espacio. El entorno es apacible, pese a la inminente data límite; los raíles limpios y las mesas de hebillas, bolsas y botas de empleo rudo están a la espera.
“Este desfile trata sobre el refinamiento y la esencia de la confección de la casa Dior”, afirma Jones, que aceptó la dirección artística de la casa de tendencia masculina hace menos de un año. Desde ese momento, ha cautivado a las audiencias con un debut ligero y femenino en el mes de junio, y una extravaganza pre-fall para la que no se escatimó en gastos en Tokyo en el mes de noviembre pasado. (Aparte de una serie de compilaciones cápsula medias que se agotaron). Donde su primera compilación marcó la pauta para una temporada más romántica para la casa de tendencias, su compilación pre-fall puso a la ropa masculina en un escenario, indudablemente, más grande (cuya escala por norma general está reservada solo para las compilaciones crucero de ropa de dama). “[La compilación otoño/invierno 2019] verdaderamente está considerando tomar todo de los 2 primeros desfiles y ser consistente. Examinar el fichero y actualizarlo. [Se trata de] dar un mensaje a fin de que las personas piensen sobre lo que van a emplear de forma diferente”, explica.
Jones tiene la habilidad única de traducir y poner en capas términos opuestos –de femenino a masculino, de arte a moda, de entonces a ahora– y ejecutar su visión con la mayor habilidad posible, una a la que jamás ya antes tuvo acceso: un atelier parisino de alta costura.