Sigma, la charcutera global

Sigma, la charcutera global

«¿Agotado de ser de acá? ¿Harto de tu país de pandereta?… Hazte extranjero». ¿Lo recuerda? En el mes de diciembre de dos mil trece, Campofrío —productora de cárnicos y una de las compañías insignia del país— hacía mella entre el público con su anuncio navideño. El mensaje de la firma enarbolaba el orgullo nacional y ponía en alto la marca España, en un instante en el que miles y miles de personas emigraban ante la carencia de ocasiones. «Debe molar ser de una superpotencia y decir que soy del G-ocho», afirmaba con sorna la actriz Chus Lampreave en la propaganda de la compañía, que entre bambalinas pasaba sus acciones a manos de la china Shuanghui y de la mexicana Sigma. Esta última se hizo con todas y cada una de las acciones hace un par de años.

Sigma, especialista en la venta de embutidos y una de las compañías mexicanas con mayor presencia internacionalmente, ha dado pasos de gigante en el mundo entero en los últimos quince años. Sus productos llegan a más de dieciocho países por medio de veinta marcas que le producen ingresos próximos a los seis.000 millones de dólares estadounidenses (unos cinco mil ochenta millones de euros). Además de esto cuenta con sesenta y nueve plantas de producción, desperdigadas por EE UU, Latinoamérica y Europa. Últimamente termina de cerrar la adquisición de la peruana Supemsa y ha fagocitado por completo a la rumana Caroli Foods Group. Su siguiente paso es digerir la decena de compras que ha hecho en los últimos tiempos, explica Lilian Ochoa, analista de GBM, firma mexicana de análisis bursátil.

Al comienzo de este siglo, la compañía, una parte del Conjunto Alfa (un conglomerado que está en negocios que van desde la petroquímica hasta los componentes de vehículos y franquicias de indumentaria o negocios rentables), concentraba el noventa y ocho por ciento de su negocio en México y un breve dos por ciento en E.U.. A golpe de talonario consiguió diversificarse. Al cierre del dos mil dieciseis, las ventas del negocio mexicano acaparaban solo el cuarenta y uno por ciento . Europa se transformó en el segundo mercado más esencial con un treinta y ocho por ciento , seguido de EE UU, con el catorce por ciento y Latinoamérica, eminentemente los países de América Central, con el siete por ciento .

«La apuesta de la compañía es proseguir medrando en compras», comenta José Antonio Cebeira, analista de consumo en la asesora mexicana Actinver. «Su foco está puesto en Europa del este y en E.U.». Mas su avance no va a ser inmediato. «Sigma desea afianzarse en sus nuevos mercados. Su atención está en producir sinergias y explotar la red de distribución que ha construido», destaca Ochoa. El primordial freno, afirma Cebeira, a fin de que la compañía prosiga expandiéndose es el panorama político y económico en México, su primordial mercado y fuente de recursos.

El país atraviesa por un instante de inseguridad, frente a una elección presidencial prevista para el próximo 1 de julio y una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que no acaba de cuajar. Este contexto ha agitado el género de cambio entre el peso mexicano y el dólar, que ha tocado niveles récord en los últimos un par de años) y ha generado dudas en las resoluciones empresariales. Esta zozobra ha pasado factura a Sigma, que dejó en el aire su entrada al mercado de valores, en donde procuraba recursos para continuar con su estrategia de desarrollo.
Empaquetado de jamones en la fábrica de Campofrío (propiedad del grupo Sigma) en Burgos.
En el mes de septiembre del año vigente, la compañía había anunciado que efectuaría una oferta pública inicial de acciones con la que pretendía recoger del público inversor más de quinientos millones de dólares estadounidenses. Mas dio un paso atrás, argumentando que la oferta «de los inversores estaba bajo el rango del costo establecido». «Si sale todo bien con el TLCAN y el peligro político se reduce, podría procurar una nueva colocación de acciones en el mercado en el segundo semestre de dos mil dieciocho», comenta Ochoa.

El escenario en México para las compañías de comestibles no atraviesa por su mejor instante. Cuando menos de esta forma lo considera la agencia de calificación Moody´s, que advierte que la fortaleza del dólar ha puesto contra las cuerdas ciertas importaciones de materias primas, lo que se refleja en los costos operativos de las compañías. En un análisis, la agencia financiera especifica que la inflación en el país —que está sobre el seis por ciento y que ha tocado niveles que no se veían desde hace 8 años— ha incidido en el bolsillo de los ciudadanos y consecuentemente en el cómputo financiero de ciertas firmas.

Factores de peligro
Las compañías que producen una parte esencial de sus ingresos en el exterior, como Sigma, se hallarán en mejor situación para enfrentar una minoración del consumo local y las fluctuaciones en el género de cambio, añade Moody´s. Pese a ello, Sigma no se ha salvado completamente. Sus ingresos redujeron un tres por ciento al cierre del año pasado, hasta llegar a los cinco mil seiscientos noventa y ocho millones de dólares estadounidenses. Al final de este dos mil diecisiete, la expectativa es que consigan recobrar lo perdido y medren un tres,4 por ciento , conforme sus últimas estimaciones.

Sigma es una pieza esencial para Conjunto Alfa. No únicamente pues es una de sus marcas internacionales más conocidas en el planeta, sino más bien asimismo pues aporta un treinta y seis por ciento a los ingresos totales del conglomerado. El negocio de las carnes frías que el día de hoy controla la compañía mexicana nació en mil novecientos treinta y nueve. Fue en los años ochenta del pasado siglo cuando pasó a manos de Alfa, que adquirió las marcas Fud, San Rafael, Iberomex, Chimex y Viva y las integró a todas y cada una en una misma empresa: Sigma Comestibles. Desde ese momento, el catálogo de la compañía se ha enriquecido con diferentes productos. Desde las salchichas y el jamón curado, hasta los quesos, lácteos, comidas refrigeradas y bebidas.